Aborto no seguro

El aborto no seguro es una de las cinco principales causas de mortalidad materna –junto con las hemorragias, las infecciones, la presión arterial alta (preeclampsia y eclampsia) y el parto obstruido–, y además es la única de las cinco que es casi totalmente prevenible. Estas cinco causas son responsables del 75% de las muertes maternas en todo el mundo; el aborto no seguro, por su parte, es responsable de al menos 1 de cada 12 muertes maternas.


Se calcula que, cada año, al menos 22.000 mujeres adultas y jóvenes mueren a causa de abortos no seguros, el 97% de ellas en África, Latinoamérica y el sur y oeste de Asia; además, siete millones de mujeres tienen que ser hospitalizadas cada año por complicaciones tras someterse a este tipo de prácticas a manos de personal sin la cualificación necesaria y en entornos sin los mínimos estándares médicos. Algunas de estas mujeres sufrirán algún tipo de discapacidad permanente y otras nunca podrán tener más hijos. En todo caso, estas cifras son solo estimaciones ya que muchas mujeres y jóvenes no pueden buscar atención médica, aunque sufran complicaciones y nadie sabe cuántas mueren.


Complicaciones de un aborto no seguro

Cuando una mujer está decidida a interrumpir su embarazo, buscará la forma de someterse a un aborto independientemente de si el procedimiento es seguro y legal o no. Y si no le es posible acceder a un aborto en condiciones médicas seguras, arriesgará la vida para interrumpir el embarazo. Cuando ocurren complicaciones derivadas de un aborto no seguro, la mujer suele renunciar a buscar ayuda médica profesional por temor a las consecuencias sociales que esto le pueda acarrear.

Las principales complicaciones de un aborto no seguro son hemorragia grave, infección, peritonitis y lesiones en vagina y útero; también pueden darse consecuencias a largo plazo que afecten a embarazos futuros, entre ellas la infertilidad.


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